La construcción de nuevas subjetividades movilizadas: las juventudes exigen libertades sobre los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos.
La coyuntura social y cultural de los últimos años fue el escenario que posibilitó una movilización, que desde el Ni Una Menos de 2015, creció al calor de la reivindicación por la autonomía.
En este contexto las juventudes fueron la gran marea que empujó la cuarta ola feminista. La incorporación de toda una agenda feminista en donde poner el cuerpo se volvió una tarea generacional.
En diálogo con el programa El Reverso que se transmite por Radio UNER 91.3 FM Concepción del Uruguya, la diputada Mónica Macha, afirmó que es necesario pensar “qué tan receptiva es la escuela y sus docentes para acompañar la constitución de las nuevas identidades y no querer sancionar y normalizarlas”.
“Hablamos de la revolución de las hijas, es porque hubo muchísimos colectivos feministas que a lo largo de la historia han trabajado en soledad desarticuladas por lograr este derecho” y agregó que “la vigilia del 13 de junio” nos mostró “la diversidad de edades y de historias mezcladas, esa transformación toma cuerpo y estamos a punto de lograr esa ley tan importante”.
De acuerdo a los objetivos de la Campaña, el lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, pone el foco en la urgencia para garantizar los derechos sexuales y reproductivos, como una de las tareas claves para la autonomía de las personas.
La educación sexual integral surge como tarea impostergable. La docente y activista por la Campaña, Celeste MacDougall, mencionó que ya existe “un contenido currirucular que es la ESI (ley de Educación Sexual Integral)” como piso de para “hablar de aborto en las escuelas en términos de derecho: las niñas y jóvenes tienen derecho a abortar y a decidir sobre sus propios cuerpos, a tomar decisiones tan fundamentales como una gestación o un parto”.
Si las juventudes fueron los protagonistas para iniciar debates en las escuelas, centros culturales, barriales y sociales, fue porque los pañuelos verdes exigieron y habilitaron espacios de diálogo y escucha hacia las disidencias sexuales y otras identidades de género. Como símbolo de una agenda urgente, la ESI planteó que el presente es de lucha. La reivindicación de las libertades sexuales y disidentes en esa configuración fueron imprescindibles. Para la vicepresidenta del INADI y actual Secretaria General de la FALGBT (Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans), Maria Rachid, “las mujeres y personas gestantes deben poder decidir sobre sus propios cuerpos” y lo cierto es que esta reivindicación “se da ante un contexto desfavorable y de fuerte retroceso de derechos que no debe poner en riesgo el saldo final: el aborto será ley en Argentina tarde o temprano”, afirmó.
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